"La soledad no te enseña a estar solo, sino a ser único" EMC
Una botella de tequila sobre la mesa me da el saludo matinal. La miro con tal fervor como el amor que el forense con escalpelo en mano le profesa a su cadáver.
…tomo el último ardiente trago de soledad que queda en el frasco y prendo un cigarrillo para incinerar la esperanza del alba. Abro la ventana y escupo una mirada a la ciudad, hoy esta más gris que otros días. Veo pasar a la gente con una sonrisa como fachada perfecta de un parasito que se alimenta de banalidad y de conformidad por dinero.
Pero de que me vanaglorio, si al final también soy un ácaro de la sociedad. De hecho ahora ando relegando ocio, entre la perdición y yo, no hay diferencia alguna. Mis desvelos han sido un desperdicio, mi estéril mente no ha sido capaz de crear algún escrito de importancia. Ya no soy el tipo que pasaba las noches adiestrando e infiriendo palabras. Estoy envejeciendo, lo reconozco y no me preocupa. Peor seria estar en plena pubertad con estas atrofiadas neuronas almacenadas en mi cerebro.
Fumo mi cigarrillo acompañado de una tos cancerígena disimulada de bronquitis. Con mis ojos y dientes amarillos le sonrió al espejo. Con mi pulso acelerado y mi esperanza cada vez más flaca, arrastro mis pies como viles gusanos hasta mi perpetua cocina sucia y de la olorosa alacena atrapo tres botellas de licor.
Selecciono unas canciones de mi carpeta de música y me siento en mi sillón existencial para meditar con el hastió. Le doy el primer trago al elixir de efectos oníricos para relajar mi alma. Con el segundo, llegan hasta a mi, estrellas rutilantes queriéndome devolver la pasión. Bebo de inmediato otro sorbo para aniquilarlas. Con los siguientes tragos, aparecen en mi memoria antiguos y amargos amores. Y a las tres cuartas partes de la primera botella, recuerdos dulcemente tristes, hacen que la melancolía me abrace con regocijo.
The cure con “Días extraños” de fondo musical y encadenado al efecto de la segunda redoma, un infernal desaliento ha asesinado mi poca fe. Con unos cuantos buches de la última botella de tequila y una cajetilla de cigarros inhalada por mis vulnerables pulmones, mi alma toma plena fuerza. Vuela libre, maniatando los sentimientos del ayer. Mi certeza y mi cordura están vulnerables.
...a partir de este momento cualquier cosa puede pasar.