domingo, 25 de enero de 2009

Post-mortem

No respiraba, no tenía pulso, no había latidos. Los paramédicos lo declararon muerto. Llegaron los forenses para recoger el cuerpo inerte que yacía en el pavimento. Nadie lo identifico, así que lo trasladaron a la morgue como desconocido.

Cuando era un infante el médico diagnóstico catalepsia, una enfermedad que producía un estado de muerte aparente. Nunca pudo hacer una vida normal, siempre estuvo bajo los cuidados de un familiar o de una enfermera.

Un día, después de muchos años, rompió esa rutina. Salió con la intención de pasear por la ciudad sin compañía alguna. Tenía tiempo de no haber caído en un estado cataléptico.

Caminaba por las calles disfrutando de la gran metrópoli, cuando de pronto perdió el sentido. Después de muchas horas en un estado inconsciente, un fuerte dolor lo hizo despertar en forma súbita... sólo para advertir con horror que tenía los intestinos de fuera del cuerpo, había sangre por todos lados y un hombre de bata azul con un barbijo que impávido sostenía con sus manos enguantadas una especie de cuchillos.

Volvió a perder el sentido… pero esta vez para no recobrarlo jamás.

sábado, 24 de enero de 2009

La escalera

Cada noche se repetía su mismo tormento, su miedo para salir al cuarto de baño era peor que cualquier pesadilla que hubieran tenido. Tener que pasar y mirar las escaleras que daban a la parte baja de la casa, les provocaba un escalofrío aterrador. Aun les dolían las marcas que su madre les dejaba por orinarse en su cama.

-Hijos, no deben de tener temor –les repetía molesta y con firmeza.

-No Mamá, ya no más, –respondían mostrando una seguridad que no sentían-. Jamás volveremos a tener miedo.

Pero la siguiente noche demostrarían todo lo contrario. Su madre tuvo que salir de emergencia y para colmo de males se corto la luz dejando la casa en una oscuridad profunda. Ellos se refugiaron en su habitación; paralizados, inmóviles y aterrados. Su respiración era agitada, las gotas de sudor se incrementaban por gran parte de sus cuerpo.

Así estuvieron sin tener noción del tiempo hasta que de pronto, se escucharon pasos que subían por los escalones. Abrazados cubriéndose con las sabanas y con los ojos cerrados murmuraban en silencio, que es lo que se acercaba... ¿quizás un demonio o espíritu?.

La puerta de la habitación se abrió, se escuchó una respiración agitada. Comenzaron a llorar ante el miedo, el desconcierto y lo que podría pasarles en aquella oscuridad. Sintieron como con ese aliento agitado se le iba acercando cada vez más. Sus cuerpos temblaban, quisieron gritar pero sus lenguas no les respondían. Unas garras los tomaron. Ante este horror reaccionaron y se le fueron encima aquel demonio, espíritu, ladrón o ratero. Con las mismas sabanas lo envolvieron y lo empezaron a golpear con un bate y con lo que encontraron a su alrededor.

Un golpe certero en la cabeza dejo inconsciente y sin movimiento al ente atrapado. El silencio envolvió aquella habitación, la luz regresó. Con cierto temor y angustia le quitaron las sabanas manchadas de sangre. La imagen les heló la piel, su madre desangrándose e inmóvil era la que se encontraba tirada en el piso.

viernes, 2 de enero de 2009

Universos paralelos

Un ser decrépito, sin recuerdos, casi ciego, con las piernas tan temblorosas que apenas podía caminar, llegó hasta una caverna gigantesca de la cual salía una luz de gran intensidad.

Ella lo aguardaba con su negra guadaña, y al tiempo que lo invitaba a pasar, con un certero y profundo tajo le abría el pecho.

Así no puedes entrar —le dijo con voz autoritaria—, despójate de la carne y déjala ahí tirada. Los perros y los gusanos se encargarán de ella.

En ese mismo momento, un forense practicaba la autopsia de un hombre viejo, que había llegado muy enfermo al hospital. Los médicos consideraron que su deceso se había producido por causas desconocidas.