jueves, 27 de noviembre de 2008

El Cuchillo

No recuerdo en estos momentos donde puse el cuchillo, ya que mi cabeza parece un campanario replicando sonidos que se vuelven hirientes e insoportables…

Cada mañana, así como cada noche tengo una rutina: colocar un aparato electrónico en mi brazo que mi vida digita, un vaso de agua y una pastilla debajo de la lengua acompañan siempre el ritual…

La calma regresa, mi presión arterial y mi ritmo cardiaco vuelven poco a poco a la normalidad, Aún no recuerdo donde deje el cuchillo que traía en mi mano….

Un ronco esténtor me hace dar la vuelta: mi esposa manotea el último aliento de vida con el cuchillo postrado en su cuello.
Experimento fallido

Acudí como voluntario para un experimento científico. Me indicaron que implantarían en mis corneas un sistema avanzado a mi iris y cristalino para obtener una brillantes artificial que me dejaría ver en la obscuridad.

Pero ahora estoy enloqueciendo. Me han encerrado en lo que parece un cuarto mal oliente sin ventanas. He recorrido con el tacto las paredes y parecen estar impregnadas de algo viscoso. En el piso siento huesos, creo que son osamentas humanas. He perdido el total sentido de la vista. Tengo un mal presentimiento…
El Perdón

Esa noche me acosté temprano. La seguridad de pasearme eternamente por el infierno me causaba emoción. Mentí, manipule, engañe e hice todo el daño posible, sin sentir por ello remordimiento alguno para conseguir mi objetivo.

Había cortado en forma certera mis miedos. Un cálido torrente color púrpura emanaba por las muñecas de mis manos. El sueño me vencía cuando sentí que mi pecho se templó para darle paso a un aliento gélido. Mis ojos débiles lentamente se cerraron.

Cuando desperté. Unas figuras etéreas me conducían a una gran puerta. De ella sobresalía un enorme letrero con la leyenda “Bienvenido al paraíso”. Los mire lastimosamente. Con una sonrisa que poco a poco se fue convirtiendo en una mueca de ironía, me respondieron: “Dios te ha perdonado”.
Sueño virtual

Seis de la mañana. Una proyección digital apareció del despertador electrónico, indicándome que era hora de levantarse. Somnoliento fui por un disparo de aire filtrado a la ducha de viento. En la cocina se encontraba Delfina mi esposa, preparando el desayuno.

Coral mi primogénita de 6 años, salto de su cama magnética flotante y se dirigió a mí para darme un beso y recordarme que no se me olvidara la cámara digital para que le tomara muchas fotografías e imágenes virtuales de su festival. Desorientado le cuestione; ¿cual festival? la felicidad se le desdibujo de su rostro.

— Tiburcio –grito mi esposa furiosa− ¿No me digas que olvidaste el evento que habrá en la escuela de tu hija?

— ¿Cuál evento? —respondí—

— El del Gran Pez —replico Delfina— en el cual premiaran al mejor disfraz.

Se me había olvidado el certamen en el que participaría mi hija. Por estar laborando en unos hologramas arquitectónicos sobre unas capsulas espaciales. Además tenía una junta con los encargados del proyecto a las ocho de la mañana.

Se desato una discusión. Me reprocharon el poco tiempo que compartía con ellas. Enfurecido respondí en forma violenta y poco inteligente, mi hija se asusto y corrió a esconderse. Desconcertado y sin terminar mi almuerzo, me vestí y me dirigí al garaje.

Aborde mi ciclomotor de hidrogeno dándole la orden de que encendiera el tren de levitación y que avanzara. En esos momentos se me atravesó mi hija disfrazada de pez. Se escucho un grito desgarrador que salió de la garganta de mi esposa, frene bruscamente en forma manual. Fue en vano, un par de metros adelante cayo coral.

Baje de mi vehículo. Mis piernas no me respondieron, caí desmayado. De pronto escuche una vocecita que decía:

— ¡Papi, papi, levántate!

Desperté en forma súbita, mi hija todavía en pijama me besaba. Era un sueño virtual, una terrible ilusion imaginaria lo que acababa de experimentar. Me quite y desconecte el casco interactivo. La abrase fuertemente. La llene de besos efusivamente, decía que me contuviera, que la estaba lastimando. Gire hacia un lado, mi esposa sonreía. La bese y le dije que esperas amor, se nos hace tarde para el festival.

(Idea original de mi hermano Carlos )

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Eclipse

En un lugar apartado de la ciudad, se encontraba un hospital siquiátrico. En el conocí aun paciente muy singular. Era de aspecto corpulento pero de semblante bondadoso. Todos los días cuando amanecía, se dirigía a una banca que estaba cubierta con la sombra de un frondoso árbol. Ahí permanecía la mayor parte del tiempo.

Ese hombre extraño siempre miraba hacia el cielo, mientras sostenía con sus temblorosas manos una fotografía. Decían que era lo único que había recuperado de aquel incendio que consumió su residencia.

Con nadie hablaba. Pero un día, al hacer mi recorrido para vigilar a los residentes de aquel manicomio. Me miro y me llamo. He de decir que me intrigo su comportamiento ya que se comentaba que tenía una patología hermética. Me dijo: “Esta tarde se oscurecerá y Ella aparecerá aun rodeada por el fuego que la consumió. …vendrá para llevarme”. De pronto mostro signos de ansiedad y comenzó a gritar en forma continua y desesperada. Trate de calmarlo pero sólo logré alterarlo más, a tal grado que tuvieron que llegar los enfermeros. Hicieron lo posible por tranquilizarlo. Al no conseguir dicho propósito lo sometieron para conducirlo una celda aislada.

Por la tarde se presento un espectacular eclipse y en medio de esa sublime oscuridad momentánea se escucho ruido de donde se encontraba aquel benigno hombre. Corrimos para ver lo que había pasado. Cuando abrimos la puerta; Mire sus zapatos sin agujetas a un costado de la cama y una fotografía medio quemada tirada en el piso.

La luz solar volvió aparecer. Me dirigí hacia la banca que se encontraba cerca de aquel frondoso árbol. Mire al cielo y comencé a repetir constante e inconscientemente; ¡Ahora esta con ella!, ¡ahora esta con ella!, ¡ahora esta con ella!
Avaricia

Recuerdo a ese hombre. Era muy carismático, con una capacidad extraordinaria para contar historias y formular aforismos. Su filosofía influía a muchos. Lo sedujeron para que se metiera en cuestiones políticas y económicas de estado, lo incitaron para que despojará a los comerciantes del templo, desafiará la jerarquía sacerdotal y al Imperio. Le hicieron creer que liberaría el pueblo de la inmundicia y que instauraría un nuevo reino.

Se convirtió en un perseguido. Lo apresaron y fue condenado a muerte. Véanlo ahora en el madero, desangrándose en vida, pensando que en el cuelga la salvación del mundo. Y vean también aquella mujer de magdala con sus doce cómplices, los incitadores y culpables de esa ejecución dolorosa. Piensan aprovechar su masiva popularidad, creando una religión con la ideología de ese joven filosofo. Se frotan la manos, saben que esta situación les dará poder y riqueza a ellos y a su descendientes por muchos años, quizás siglos.
De visita

Los días otoñales quedaron atrás esparcidos en el tiempo. Se aproxima el invierno y los días congelados tardan más en desvanecerse. Eso indica que pronto saldré a vagar y compartir el espacio con mis seres queridos.

Por fin, después de tanto esperar impaciente. Llegó este segundo día del mes de Noviembre. Ya pude traspasar esa puerta que me separaba del mundo físico; Visualizo altares con ofrendas, siluetas de infantes sonrientes con disfraces y caretas de miedo circulando por oscuras calles, que irónicamente están iluminadas con figuras fantasmales llenas de luces.

Cada año la misma vivencia muerta de venir a visitar este dimensional mundo de los vivos. Desafortunadamente mis familiares se han cambiado de domicilio y no se donde los pueda ubicar, ni tengo el tiempo para buscarlos. Creo que me infiltrare en un hogar cualquiera para disfrutar de los olores y sabores que se encuentran entre las ofrendas.

No he tenido fortuna. En los altares que he visitado siempre encuentro almas que me han negado aspirar algún manjar. En otros tantos en los cuales no había nadie, ya no había esencia ni sapidez alguna. Me conformaré con los olores que emergen por las mefíticas calles de la Ciudad de México.

¡Oh no!, ¡El tiempo se me acaba!, ¡no puede ser!, me estoy desvaneciendo…
Androide

Recuerdo aquel día con tanta claridad. Fue en una exposición de tecnología en robótica que la conocí. Se encontraba como edecán en un stand. ¡Era enajenadamente perfecta!

Con el fin de apreciarla mejor, me fui acercando. Ella vio mi movimiento, se dirigió a mí, me mostró y ofreció unas mascotas robotizadas. Yo sonreí, aparentemente interesado, pero lo estaba más en ella, ¡que en cualquier artículo tecnológico de aparador!

Un poco tímido, le hice una invitación.

– ¿Gustas tomar un café conmigo? –Se me quedo mirando fijamente, como si me estuviera scaneando. Después sonrió y me dijo:

– Humm, aunque no bebo líquidos, ¡está bien, acepto! –me informó que en una hora terminaría su turno.

Un poco confundido por su respuesta, espere impaciente hasta que por fin transcurrieron cerca de 4,000 segundos, mientras consumía un cigarro tras otro.

De repente, escuche una voz tras de mi, ¡me sobresalte!

– Estoy lista— me dijo sonriendo, me tomó de la mano. Aunque sentí que me sostenía con demasiada fuerza, no proteste y nos dirigimos a un pequeño restaurante.

Solicité un whiskey, ella no quiso pedir nada, me indico que solo quería pasar un rato ameno. Entonces, comenzamos a conversar. Allí el tiempo trascurrió contrariamente a cuando la esperé. Poseía un intelecto impresionante, me comentaba que dominaba todos los idiomas que se hablaban sobre la faz de la tierra… De pronto, apareció un individuo que portaba en su traje un logotipo de la marca que patrocinaba el stand donde la conocí, me dijo amablemente:

–Lo siento amigo, me la tengo que llevar. –Ella se levantó, me agradeció la invitación. Enseguida me beso y, aunque sentí fríos sus labios, me hicieron estremecer. Fue tal mi descontrol emocional que no me dio tiempo de decir palabra alguna; todo fue tan espontáneo que sólo alcance a mover mi mano simbolizando una despedida.

Toda esa noche me la pase en vela, ¡tenía que volver a verla, y decirle que me había enamorado!

Al día siguiente, impaciente esperé fuera del lugar donde se llevaba acabo la convención. Cuando abrieron las puertas, corrí desesperado hasta el pabellón donde ella se encontraba. La vi, me acerqué. Tenía los ojos abiertos pero parecía no observar, ¡tenia la mirada perdida! Le hablé pero no me respondió. Cuando la iba a tocar, se acercó el mismo individuo trajeado que el día anterior se la había llevado.

Me saludo de manera afectiva y, con una sonrisa, me dijo unas palabras que provocarían en mí una catarsis emocional… ¡Sentimientos de dolor y sufrimiento!, que aun no logro estabilizar:

–Espere a que se cargue la batería, en unos momentos más la activaremos.
Estrategia

Mira ese sol en la lluvia y ese manzano en el huerto. Observa esos jóvenes adolescentes elaborados de barro: ¡Somos tú y yo, Lilit!

De nuevo pretende jugar. Esta vez tienes que dominar tu rebeldía, no deseo perderte. Ni tampoco quiero que me quiten parte de mi costilla. Lo primero que haremos es aniquilar a la serpiente y después nos multiplicaremos sin ser redimidos del pecado original.

Ganaremos la partida; “¡Crearemos la Raza Aria y evitaremos el Holocausto!”

viernes, 21 de noviembre de 2008

La intención de tener un blog. Es que siempre he elaborado escritos, pero todos se han perdidó: En la basura, por ahí mezclados o traspapelados con otros documentos. Por lo que aparte de economizar en papel, ahora puedo tener en orden y sin extraviar todas mis notas o textos que realice.

Así mismo tengo la posibilidad de tener un espacio íntimo donde poder explayarme libremente y ejercitar la escritura.