domingo, 28 de diciembre de 2008

Mediocridad

Amanece un día más. De nuevo al abrir mis ojos todo termina. La realidad vuelve a tomar el mando.

Ella sigue aquí…

Me pide que deje mis sueños, que vuelva a recogerlos cuando este listo para aceptar el desafío de vencer mis limitaciones.

jueves, 18 de diciembre de 2008

Somnolencia inducida

Mi problema se originó con la dificultad de conciliar el sueño. Él terapeuta me recomendó además de benzodiacepinas, que me pusiera a contar ovejas. No se si sólo fue broma, pero hice caso a dichas indicaciones con el fin de erradicar mí insoportable insomnio.

Durante la primera semana no logré el objetivo, ni la segunda tampoco. He de decir que no me di cuenta que me estaba volviendo adicto al medicamento, tanto así que en la tercera duplique sin prescripción médica la dosis. Fue de esa manera que los efectos de la droga empezaron a lograr su propósito. Ya que comencé a sentir una especie de cansancio, después a caer en un estado de letargo. Aún en esa faceta de semiinconsciencia me acordé de la otra recomendación y me puse a contar en forma un poco descoordinada ovejas, estas saltaban una vaya para después entrar a su corral.

De pronto se revelaron y ya no quisieron ingresar a su chiquero, comenzaron a dispersarse hacia diferentes direcciones. Fui tras de ellas para poder recuperarlas. ¡No logré hacerlo, pero lo peor de todo es que sigo sin poder despertar de mi desesperante sueño!

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Hematofilia

Cual ninfa silenciosa y oscura, la noche lucía majestuosa sobre aquel lúgubre y antiguo cementerio. El frío se dejaba sentir con toda su crudeza calando hasta los huesos.

Entre tumbas en ruinas y lápidas carcomidas. Un hombre con una alteración psicosexual desenterró y extrajo de su féretro un cadáver recién sepultado. Preso de su incontrolable trastornó parafilico lo sacó de la bolsa mortuoria arrojándolo sobre una cripta cercana.

Cuando mórbidamente iba a cometer el deleznable acto de ultraje sobre aquel cuerpo inerte y pálido. Él incauto necrófilo, sorprendido y lleno de terror sintió como la aparente occisa; después de abrir los ojos se abalanzaba sobre su cuello, perforándole mortalmente la yugular con sus afilados colmillos.

lunes, 8 de diciembre de 2008

El indigente

Una madrugada, durante el trayecto de mi casa al trabajo, al pasar el taxi en el que viajaba por una esquina de una calle a penas alumbrada, visualice a una mujer que vestía en forma atrevida pero con cierta elegancia. Por la manera en que estaba parada daba a pensar que se dedicaba a dar servicios sexuales. Pero se veía tan refinada que me hizo recordar a las hetarias, esas cortesanas griegas que gozaban de privilegiada educación y nivel social, que se ganaban la vida proporcionando placer al estilo de las geishas japonesas. Al recorrer con la vista su bien torneada silueta, coincidió su mirada con la mía; fue un instante pero quedé prendado de ella desde ese momento.

La volví a ver a la mañana siguiente. Nuevamente nuestras miradas se cruzaron, pero esta vez me obsequio una sonrisa que me hizo perder la noción de la realidad.

En los días posteriores no la vi. Tal vez estaba en servicio, o tal vez no tuvo ganas de salir a vender placer, o tal vez estaba enferma, ...eso fue lo que pensé. Pero los días transcurrieron y no volvió a parecer. Deje de ir a trabajar por quedarme cerca de esa esquina para ver si en algún momento del día aparecía, pero eso no sucedió.

De hecho no recuerdo cuando fue la última vez que fui a mi casa, ni cuando tuve mi último aseo personal, ni cuando fue la última vez que probé un alimento en buen estado; ahora sólo miro inerte y desaliñado a las personas pasar por esa esquina, arrojándome unas cuantas monedas o algún sobrante de comida.