miércoles, 26 de noviembre de 2008

De visita

Los días otoñales quedaron atrás esparcidos en el tiempo. Se aproxima el invierno y los días congelados tardan más en desvanecerse. Eso indica que pronto saldré a vagar y compartir el espacio con mis seres queridos.

Por fin, después de tanto esperar impaciente. Llegó este segundo día del mes de Noviembre. Ya pude traspasar esa puerta que me separaba del mundo físico; Visualizo altares con ofrendas, siluetas de infantes sonrientes con disfraces y caretas de miedo circulando por oscuras calles, que irónicamente están iluminadas con figuras fantasmales llenas de luces.

Cada año la misma vivencia muerta de venir a visitar este dimensional mundo de los vivos. Desafortunadamente mis familiares se han cambiado de domicilio y no se donde los pueda ubicar, ni tengo el tiempo para buscarlos. Creo que me infiltrare en un hogar cualquiera para disfrutar de los olores y sabores que se encuentran entre las ofrendas.

No he tenido fortuna. En los altares que he visitado siempre encuentro almas que me han negado aspirar algún manjar. En otros tantos en los cuales no había nadie, ya no había esencia ni sapidez alguna. Me conformaré con los olores que emergen por las mefíticas calles de la Ciudad de México.

¡Oh no!, ¡El tiempo se me acaba!, ¡no puede ser!, me estoy desvaneciendo…

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