miércoles, 26 de noviembre de 2008

Eclipse

En un lugar apartado de la ciudad, se encontraba un hospital siquiátrico. En el conocí aun paciente muy singular. Era de aspecto corpulento pero de semblante bondadoso. Todos los días cuando amanecía, se dirigía a una banca que estaba cubierta con la sombra de un frondoso árbol. Ahí permanecía la mayor parte del tiempo.

Ese hombre extraño siempre miraba hacia el cielo, mientras sostenía con sus temblorosas manos una fotografía. Decían que era lo único que había recuperado de aquel incendio que consumió su residencia.

Con nadie hablaba. Pero un día, al hacer mi recorrido para vigilar a los residentes de aquel manicomio. Me miro y me llamo. He de decir que me intrigo su comportamiento ya que se comentaba que tenía una patología hermética. Me dijo: “Esta tarde se oscurecerá y Ella aparecerá aun rodeada por el fuego que la consumió. …vendrá para llevarme”. De pronto mostro signos de ansiedad y comenzó a gritar en forma continua y desesperada. Trate de calmarlo pero sólo logré alterarlo más, a tal grado que tuvieron que llegar los enfermeros. Hicieron lo posible por tranquilizarlo. Al no conseguir dicho propósito lo sometieron para conducirlo una celda aislada.

Por la tarde se presento un espectacular eclipse y en medio de esa sublime oscuridad momentánea se escucho ruido de donde se encontraba aquel benigno hombre. Corrimos para ver lo que había pasado. Cuando abrimos la puerta; Mire sus zapatos sin agujetas a un costado de la cama y una fotografía medio quemada tirada en el piso.

La luz solar volvió aparecer. Me dirigí hacia la banca que se encontraba cerca de aquel frondoso árbol. Mire al cielo y comencé a repetir constante e inconscientemente; ¡Ahora esta con ella!, ¡ahora esta con ella!, ¡ahora esta con ella!

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