viernes, 2 de enero de 2009

Universos paralelos

Un ser decrépito, sin recuerdos, casi ciego, con las piernas tan temblorosas que apenas podía caminar, llegó hasta una caverna gigantesca de la cual salía una luz de gran intensidad.

Ella lo aguardaba con su negra guadaña, y al tiempo que lo invitaba a pasar, con un certero y profundo tajo le abría el pecho.

Así no puedes entrar —le dijo con voz autoritaria—, despójate de la carne y déjala ahí tirada. Los perros y los gusanos se encargarán de ella.

En ese mismo momento, un forense practicaba la autopsia de un hombre viejo, que había llegado muy enfermo al hospital. Los médicos consideraron que su deceso se había producido por causas desconocidas.